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CAP.5

LA VENGANZA DE LOS CABALLEROS DEL ZODIACO

Eran las 5 en la mañana. Rusto y Robusto volvían después de la turbulenta noche a la guarida del grupo. Volvían andando porque el Rustumóvil se había quedado sin gasolina, cuando de lejos advirtieron que la puerta de la guarida estaba abierta.
Se apresuraron a entrar y entonces vieron una imagen dantesca, sus amigos habían sido aniquilados, sin duda por Frentes y Viladry, que habían aprovechado la ausencia de nuestros héroes para acabar con ellos. Y lo que era peor, se habían bebido las reservas de alcohol del local.
La tristeza se adueñó de Rusto por un segundo, pero en la guerra no hay tiempo para lamentos, y esa tristeza se transformó en cólera, Rusto clamaba venganza. Ahora sólo tenía una meta en la vida: matar a Frentes y a Viladry.
- Robusto, tenemos que vengar a nuestros amigos. Hemos de encontrar a Frentes, por desgracia, no sabemos donde están, y Maza ya yo puede ayudarnos.
- Rusto, yo creo que están en El Barreño.
- Y ¿por qué lo crees Robusto?
- Pues, porque lo pone ahí, han dejado un mensaje en la pared “si quieres venir por mi estoy en El Barreño”.
- Pues allí iremos.
- Oye Rusto, que digo yo… ¿y si cogemos el Rustumóvil, viajamos atrás en el tiempo, y salvamos la vida a nuestros amigos?.
- Muy bien Robusto, bien pensado, es un buen plan. Pero el coche no tiene gasolina, tenemos que ir a la gasolinera a echar gasofa, y sólo me quedan 10 €, espero que sea suficiente.
Rusto y Robusto echaron a andar hacia la gasolinera para viajar atrás en el tiempo y salvar a sus amigos. Cuando llevaban andado la mitad del trayecto Robusto se detuvo:
- ¡No! Está saliendo todo muy mal. Yo marcho.
Y sin decir nada más, dio media vuelta y desapareció entre la maleza.
Ahora Rusto estaba solo, su fiel escudero resultó no ser tan fiel, y sus amigos estaban muertos hasta que él los rescatase.
Rusto anduvo durante horas hasta encontrar una gasolinera abierta. Entró en el establecimiento, y allí la vio. Jamás había visto algo parecido. Medía un metro setenta, pesaba 120 kg y le llamaba con una música cautivadora a la cual no podía resistirse. Era la tragaperras más guapa que había visto jamás.
Se echó la mano al bolsillo y sacó los 10 € que le quedaban. ¿Gasolina o tragaperras?. Estaba en una encrucijada. Pero una vez más Rusto demostró su inteligencia, tenía un plan: echaría a la tragaperras, y con el premio tendría bastante dinero para viajar atrás en el tiempo, mucho atrás, hasta el año en que las madres de sus amigos estaban buenas, se las follaría, y luego volvería a salvarles la vida y a reírse de ellos por haberse follado sus madres.
Cambió el billete en el mostrador y echo monedas.
Primero salió: cereza-cereza-limón
Luego: cereza-limón-limón
Luego: limón-cereza-cereza
Luego: cereza-limón-cereza
Luego: limón-cereza-limón
Así hasta que sólo quedó una combinación posible. Era la última moneda que le quedaba. La echó: cereza-cereza-manzana.
- ¡Micagüendios! Había manzanas. ¡Me engañaron!
Rusto estaba abatido. Ya no podía salvarle la vida a sus compañeros ni, lo mas importante, follarse a sus madres. Y todo era culpa de Los Caballeros del Zodiaco.
Era la hora de la venganza. Durante 50 días y 50 noches se encerró en casa, bebiendo, viendo pelis de putas, haciéndose pajas… tenía que conocer a su rival al máximo para enfrentarse a él.
Y por fin, cuando estuvo preparado, se dispuso a ejecutar su venganza.